Conversación
NOTA: Pudo no haber existido
Nicarao a pesar de que entabló amistad con González, no era fácil de convencer, aquellas nuevas ideas basadas en un Dios , debían ser el reemplazo a todo aquel agregado de creencias politeístas llenas de rituales y sacrificios, propios de su cultura.
Presentar al Rey de España como la máxima autoridad al que le deberían obediencia y respeto, autorizado por el representante de Cristo en la tierra para colonizar al nuevo mundo.
era una cuestión muy dificil el poder convencer pero debian practicamente ser doblegados , sus ideologías eran muy fuertes era difícil hacerlos cambiar de parecer.
Entre las preguntas del Cacique figuran:
¿Cuáles son las causas del calor y del frío?
¿Por qué el día y l anoche?
¿Alguna vez la Tierra se va a voltear boca arriba?
¿Ha escuchado hablar de un gran diluvio que acabo con la humanidad? ¿Volverá Dios a naufragar la tierra?
¿Qué sucede después de la muerte?
¿Cómo se mueven el Sol, la Luna y las Estrellas? ¿A qué distancia se encuentran? ¿Cuándo dejaran de brillar?
¿Cuándo cesará de alumbrar el sol?
- sobre “el misterio de la cruz y utilidad de adorarla
- “acerca de la distribución de los días” (de las actividades según la doctrina cristiana). El mismo Anglería revela dos preguntas más dirigidas por el cacique al intérprete
- “Si esta gente tan sabia [los españoles] venían del cielo”
- “si habían bajado en línea recta, o dando vueltas o formando arcos”. Cabe considerar un dato curioso y oportuno, se abstuvo de explicar “las ceremonias y sanguinaria inmolación de víctimas humanas”.
Siguiendo al cronista, esta actitud fue interpretada como un mecanismo de ocultación, del que se percató el capitán español, y sin haber sido requerido, habló al respecto, condenando tales sacrificios paganos.
Pero Gil González no pudo resolver todo ese corpus de interrogantes cosmológicos y antropológicos. Dice el cronista del Papa: “Aunque Gil es hombre de ingenio y aficionado a leer libros traducidos del latín, no tenía la erudición necesaria para dar acerca de ellos otra respuesta”.
Pero Gil González no pudo resolver todo ese corpus de interrogantes cosmológicos y antropológicos. Dice el cronista del Papa: “Aunque Gil es hombre de ingenio y aficionado a leer libros traducidos del latín, no tenía la erudición necesaria para dar acerca de ellos otra respuesta”.
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